¿Por qué los huesos necesitan vitamina D?
Nuestro organismo necesita vitaminas como compuestos orgánicos que ayudan a regular prácticamente la casi totalidad de los procesos químicos del cuerpo.
Un ejemplo de regulación es el desarrollo vital para el crecimiento, la eliminación de los residuos a través de orina y heces, digestión de alimentos, formación de reservas energéticas y un sinfín de funcionalidades imprescindibles para una vida plena y sana.
Pero, ¿por qué los huesos necesitan vitaminas y especialmente la d? ¡Sigue leyendo!
Los nutricionistas avisan que necesitamos vitaminas
Los nutricionistas identifican hasta 13 vitaminas cuya mayoría nuestro cuerpo debe incorporar al no producirlas de manera natural. La alimentación, con un modelo de dieta equilibrada, nos aporta los nutrientes necesarios ricos en vitaminas que cuidan y protegen nuestro cuerpo. La carencia de alguna de ellas o la excesiva ingesta de otras, pueden provocar alteraciones y desequilibrios que se manifiestan en enfermedades y defectos físicos de cierta gravedad.
Cada vitamina tiene una función concreta
Cada una de estas 13 vitaminas desarrollan en nuestro organismo unas funciones concretas y específicas que son irremplazables. Para cada una existen unas recomendaciones de consumo específicas que suele ser bastante pequeña y ajustada a las condiciones de cada persona como sexo, edad, situaciones de embarazo, lactancia, etc. Siendo además algunas vitaminas muy sensibles a las condiciones ambientales incluso dejando de ser efectivas si se dan especiales circunstancias de exposición a la luz o a excesivo calor.
Vitaminas hidrosolubles y Liposolubles
Las vitaminas de los grupos B y C son denominadas hidrosolubles, fácilmente expulsadas por el cuerpo a través de la orina, no se pueden almacenar en el organismo y por tanto, necesitamos tomarlas con mayor frecuencia. Las vitaminas A, D, E y K son las liposolubles, son solubles en nuestra grasa y cuando entran en el organismo son absorbidas por el tracto intestinal uniéndose a la corriente sanguínea, son más difíciles de disolver y su exceso se almacena en el hígado. Por esta razón, no es necesario consumirlas todos los días.
Comentábamos que para nutrir al organismo de vitaminas, necesitamos una aportación exterior a través de la alimentación equilibrada o por suplementos, pero existe una excepción, la vitamina D que el propio cuerpo puede generar de manera natural.
Vitamina D, esencial para nuestro cuerpo
La vitamina D es esencial para el metabolismo del calcio y la mineralización de los huesos. Se puede aportar por dos vías.
En primer lugar, sintetizando en la piel como consecuencia de la acción de los rayos ultravioletas de la luz solar. O en segundo lugar, por vía digestiva a través de la ingesta de alimentos que la contiene como la leche, pescados grasos, frutos secos y otros.
Normalmente el 90% procede de la síntesis en la piel por radiaciones solares y el 10% restantes debido a los alimentos. También existen complejos vitamínicos farmacéuticos que con prescripción médica, ayudan a compensar los déficit que de esta vitamina D se presenten en el organismo.
La vitamina D ayuda a absorber el calcio
El cuerpo necesita calcio para mantener los huesos densos y fuertes, evitando así su fragilidad. La vitamina D ayuda al cuerpo a absorber el calcio allí donde realmente es necesario, principalmente en los huesos evitando así la osteoporosis y con ello minimizando los riesgos de fractura ósea y otras enfermedades.
Además de regular los niveles de calcio, la vitamina D controla los niveles de fósforo y juega un nivel fundamental en múltiples funciones como la absorción intestinal de los nutrientes de los alimentos, la reabsorción del calcio a nivel renal así como, la prevención de enfermedades autoinmunes y cardiovasculares.
Consigue la vitamina necesaria a través de la exposición solar y alimentación
La exposición de nuestra piel a las radiaciones solares ultravioletas, controlando que no se produzcan daños por sobreexposición, va a permitir que se genere el 90% de la vitamina D que necesitamos. La cantidad de 50 nanogramos por mililitro de vitamina D en sangre es lo óptimo.
Complementar la exposición solar con alimentos ricos en vitamina D como el salmón o las sardinas enlatadas, la leche y los productos lácteos derivados, las hortalizas de hoja verde, almendras, nueces y semillas de girasol, benefician a mantener nuestros huesos fuertes y resistentes y perfectamente mineralizados en calcio.
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